Esta semana se inauguran dos exposiciones de gran relevancia, dos justos homenajes a una parte de nuestra historia zaragozana que ha sido olvidada por las circunstancias que la rodearon y que ha pasado desapercibida hasta ahora.
La primera de ellas es Art-Studio Gustavo Freudenthal. Zaragoza, 1906-1930,que será la primera exposición en honor al fotógrafo y cónsul alemán en Zaragoza Gustav Freudenthal y que se inagura mañana martes 8 de mayo a las 20 h. en el Paraninfo (Plaza Basilio Paraíso). Nacido en Hannover en 1869, trabajó en el Estudio Fotográfico Napoleón de Barcelona y en el gabinete madrileño de Christian Francen antes de conseguir el título de proveedor de la Casa Real y abrir un primer estudio en el Coso 31 en 1905. Sus fotografías fueron un retrato ineludible de la realidad zaragozana de las primeras décadas del siglo XX, trabajando el retrato profesional hasta el artístico, pasando por la labor periodística, siendo uno de los primeros fotorreporteros aragoneses. Uno de sus más célebres retratos es el que realizó a Albert Einstein en 1929 cuando impartió dos conferencias sobre la teoría de la relatividad y la estructura del espacio en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza. Cuenta la leyenda que a comienzos de los años treinta fotografió a una bella y joven dama que resultó ser la amante de un político local cayendo en desgracia, lo que le obligó a exiliarse a San Sebastián. Sea como fuere, en 1932 cesa como cónsul y se ve obligado a abandonar Zaragoza por un tiempo, siendo sustituido por Schmitz, enviado desde la Alemania nazi.
¿Qué hacía un nazi en una ciudad de provincias como Zaragoza, además de ostentar el título de cónsul? A esta cuestión responde la exposición La pequeña Alemania de Zaragoza. La aventura de los germanos que llegaron de Camerún (1916-1956), que rinde un trascendental homenaje a la colonia alemana que se afincó en Zaragoza tras la invasión de Camerún por parte de las tropas aliadas en la Gran Guerra. Trescientos germanos llegados del corazón de África que dieron un giro trascendental y cosmopolita a la Zaragoza antañona de comienzos de siglo, popularizando enclaves como la Sala Oasis o Los Espumosos, la actividad universitaria o deportes como el fútbol (el Camerún FC fue el precedente del que, años más tarde, sería el Real Zaragoza), además de modernizar la industria (El Tinte de los Alemanes fue la primera cadena de tiendas dedicada al lavado y secado de prendas en la ciudad) y abrir a la Europa lejana y distante a una burguesía encerrada y fundamentada en las costumbres de sus ancestros mediante su kindergarten y el posterior Colegio Alemán de Zaragoza, donde los niños tenían acceso sin restricciones a la cultura europea. La exposición es un repertorio de fotografías, objetos y otros artículos que son testimonio de la historia de una ciudad a través de la apacible vida de estos germanos y sus familias hasta el desmoronamiento de la colonia tras el particular horror que les tocó vivir durante los años de auge del nacionalsocialismo alemán. La exposición es fruto del trabajo de investigación realizado por Sergio del Molino y que se materializó en un libro, Soldados en el jardín de la paz, y en este blog, en el artículo Soldados en el friedhof. La inauguración tendrá lugar el jueves 10 de mayo a las 19 h. en el Centro de Historias de Zaragoza.
NOTA: pueden encontrar más información en el blog de Antón Castro y en el de Sergio del Molino pinchando en los enlaces correspondientes de la barra lateral de este blog.
Espero no perderme esas exposiciones.
Hace muchos años, 20 o 25, conocí a “la señorita Castillo”. Trinidad Castillo. Ella me contó como fue su encuentro con Einstein. Al saber que ella iba a tocar el piano en su honor quiso acompañarla con el violín que tuvieron que ir a buscar. Fue absolutamente espontáneo ese dúo musical. Ella guardaba con enorme cariño la fotografía que Einstein le dedicó como recuerdo de aquella grata velada.
Doña Trini (así la conocía yo) venía a Zaragoza a pasar el verano y se alojaba en el Hotel Goya. Estaba muy delicada de salud. Una osteoporosis le mantenía completamente doblada. “María, sentada soy una persona normal”, me decía, y era verdad. Su conversación era interesante y su humanidad mucho más.
Las circunstancias hicieron que tuviera que abandonar el piso en Madrid donde vivía como usufructuaria y la ingresaron en una residencia aquí en Zaragoza. A los pocos meses de ese encierro murió.
Recordarla siempre es entrañable.
Abrazos
María
Muy interesante lo que cuentas. Sé que hubo una velada posterior a las conferencias y que la agenda de la universidad estuvo enfrentada al propio Einstein, que sentía una apacible curiosidad por la vida de la ciudad y por su historia, queriéndola visitar a su manera. Freudenthal realizó el retrato “in-extremis”, justo antes de que comenzara con los primeros actos programados por la universidad, sin haber podido descansar del viaje (pues venía de otras ciudades españolas donde también había conferenciado e impartido lecciones magistrales de física teórica). En la cena estuvo presidida, además de por los decanos y los miembros del rectorado, por todos o casi todos los miembros de la colonia alemana y por Freudenthal. Destaca el barón Von Wismann, que recibió su título por actos de combate en “das ausland”, como se llamaba a los alemanes en el extranjero, es decir, en las colonias, supongo que con la defensa de Yaundé o con la retirada, en general, hacia Guinea Española bajo el mando de Zimermann. Es curiosa la historia de Von Wismann, ya que fue de los primeros en “asentar la cabeza”, casándose con una muchacha casadera de la burguesía zaragozana. Debido a este hecho era, por así decirlo, el cabeza de colonia. Presidía las fiestas de primavera, que se celebraban con todos los honores en el Teatro Principal y cuando comenzó a funcionar el Kindergarten y el posterior Colegio Alemán, en la calle Cervantes, todos los actos allí vinculados. También creo que fue el impulsor del “Deutsche friedhof”, o cementerio alemán, que es privado y, hoy en día, se encuentra en manos de dispersos descendientes de los miembros de la colonia. Aún pueden encontrarse descendientes suyos en España.
Fue la época dorada de la colonia, apacible, familiar, casi hecha a medida. Todo iba viento en popa hasta que Freudenthal deja de ser cónsul. Comienza una época amarga. Una invasión en toda regla, de miedo. España deja de ser un refugio. Se desangra y se desmorona, como la colonia. Muchos acaban, retirados de la guerra, en el frente ruso. Algunos de sus hijos nunca más regresaron. A partir de entonces la colonia (y el colegio alemán, que remodelado en otra ubicación) nunca más volverían a ser los mismos.
Y paro ya, que me pierdo. Ya sabes que la filosofía (mejor dicho, el pensamiento) es lo mío, pero la historia no se queda lejos. Desconozco completamente los detalles de esa cena con Einstein. Me ha gustado mucho tu aportación histórica. Muchas gracias, de verdad.
Un abrazo,
David
Perdona mi atrevimiento, María, pero las fotos que había sobre los Bernard en la exposición, ¿son de tu familia?
Por cierto, me fijé especialmente en los retratos de Pilar Bayona y Trinidad Castillo. Me alegré de que también estuvieran en la exposición.
No. Mi apellido es Bernad, terminado en d. Es una lucha (graciosa) que tengo, porque siempre me dicen Bernaz, Bernal, Bernat, Bernard…).
Me has dado una alegría al saber que veré a Trinidad Castillo en esos retratos. En aquellas tertulias también estaba Carmen Bayona, hermana de Pilar. Una mujer también peculiar e interesante.
Gracias por tu aportación histórica. Realmente la leo con interés.
Un fuerte abrazo
María
No lo recuerdo bien, pero puede que sea Bernad y el error sea mío al escribir. Las fotos versaban sobre una torre en San José.
Suerte la tuya, que tertuliabas con personas tan interesantes como ellas. Seguro que te gusta la exposición.
Un abrazo,
David.
Me gustó mucho y el “mucho” está en tu “haber”.
Haber leído tu artículo influyó en que viese la exposición con otra mirada, con más interés. No es lo mismo estar informada sobre sus antecedentes, que contemplar una serie de fotos (preciosas desde el punto de vista artístico) sin saber nada de ellas
El conocimiento de cualquier cosa aporta dimensión.
El apellido es Bernad, pero mi familia es más “plebeya”, dicho con el mayor orgullo.
Otro abrazo
María
Muchísimas gracias, María, no sé qué decir. Muchas gracias por tus ánimos y tu afecto.
No me merezco los alagos, pues he cometido varios errores imperdonables en el artículo: Einstein no vino en 1929 sino en 1923 y el cónsul nazi que sustituyó a Freudenthal no fue Schmitz sino Seegers, un personaje más indecente aún. Schmitz se ocupó del control del colegio Alemán (ay, si viviera Labordeta, él estudió en esa época allí, cuántas cosas podría contarnos) y Seegers de la colonia en general. En fin, ya te imaginas lo que pudo ocurrir.
Por cierto, aunque no lo he dicho, Freudenthal no se llevaba “bien” con la colonia. De hecho, las frecuentes quejas acabaron con una petición desde Alemania para que dimitiera por las buenas. ¿Te has dado cuenta de que en ninguna o casi ninguna de las fotos hay germanos? Aún tengo que averiguar los motivos detallados.
Un fortísimo abrazo,
David
Fuí al Centro de Historia y ví la exposición. Con mi compañero polemizamos sobre la supuesta razón del cese de Freudenthal. Yo entendía que no debía ser muy partidario de los nazis y por eso le cesaron, pero tampoco tengo ningún conocimiento histórico sobre esa etapa. Solo lo que percibo entre líneas y puedo estar equivocada.
Al mismo tiempo un amigo estuvo en la CAI viendo SHOAH, una larga película sobre el nazismo, que se proyecta en varias jornadas y vino impactado por los relatos de quienes padecieron esas atrocidades.
Lo único imperdonable es no conversar.
¡Ah! y hay que ser valiente para admitir los “piropos”. Cuando alguien ve algo valioso en mí y yo no lo veo, tengo la obligación de ser buen detective. Estar, está y lo que es, es recíproco. Los halagos son otra cosa.
Bueno, ya me voy.
Abrazos
María
No te equivocas, María, en cuanto a la posible causa de marcha de Freudenthal. En 1932, Hitler es Canciller de la República de Weimar (es decir, presidente del gobierno, no de la república). Pocos meses después, quemará el Reichstag (parlamento) y obligará al presidente de la república a cederle el puesto. Esto ocurre en 1933.
En general, se da por comenzado el nazismo ese año 33 pero no deja de ser un grave error: el nazismo como ideología es una justificación bastante mal avenida. Es, más bien, un ánimo de venganza personal (hablando en general) extrapolado a unas circunstancias lamentables para el país (el Tratado de Versalles establece un control externo a Alemania: no más de 100000 soldados, armados con fusiles anticuados, limitaciones aduaneras, etc. Esto provoca que una barra de pan cueste un millón de marcos y mucha gente se muera, literalmente, de hambre) en las que cuajó perfectamente. Desde 1929, aproximadamente, el nazismo ya se ha incorporado en un partido primigenio patrón (que no era nazi) y que fue transformado totalmente hasta convertirse en lo que fue.
Cuando Freudenthal dimite (por obligación) los nazis tienen mucho control en el gobierno alemán. Tanto es así que Exteriores es uno de sus principales controles. Freudenthal, de otra época, y creo que contrario a los nazis, estaba en el punto de mira…
Pero además de eso, la relación interna con los germanos del Camerún no era nada buena. Y son esos motivos los que intento averiguar.
Yo también estuve ayer en el Centro de Historias. La exposición estuvo muy bien, aunque es una lástima que exponer obligue a resumir la historia. Creo que no se dice, por ejemplo, que Kurtz no era alemán del Camerún, sino que fue rescatado durante la Guerra Civil desde Barcelona (montó previamente, en la costa tarraconense, el primer restaurante de buffet libre en España). Tampoco se dice que fue un espía francés, de paso por Zaragoza, el que se encontró a Seegers intentando contactar con la resistencia nazi en Múnich. No le hicieron falta dotes novelísticas ni para infiltrarse ni para descubrirlos: la radio se escuchaba, sin pudor, desde la calle y se podían entender las conversaciones en alemán sin problemas.
También la leyenda de Los Espumosos hubiera estado bien que se contara. O que España estableció una línea de trincheras para un posible combate con Francia e Inglaterra en Guinea. En fin, detalles que una vez se conocen se echan en falta.
No sé qué tal estará SHOAH, pero si quieres ver un documental muy detallado y también muy doloroso sobre esa gente, te recomiendo Apocalipsis: II Guerra Mundial. Es muy, muy bueno. Ahora creo que lo echan en La 2.
No tengas miedo a conocer, María, que no es algo inalcanzable. De hecho, es más sencillo de lo que, quizás, crees…
Ya sabes que no molestas para nada. Al revés, como ya te dije, tus comentarios son vida para este blog.
Gracias nuevamente por tus halagos.
Un abrazo,
David
¿La leyenda de Los Espumosos?
Cuenta, cuenta…
Espectante
María
Aaaaaaaah, esas cosas se las guardó Sergio en la recámara.
Al igual que con el Royal Concert, un sitio que se convirtió en cuartel general de los alemanes (algunos dormían en el Gran Hotel y se pasaban el día en los locales de la ciudad: estamos en 1916-1917) fueron “Los Espumosos”. Se encontraban en el Paseo Independencia y ya eran conocidos por la cerveza y los calamares. Creo que la cerveza era motivo suficiente para atraer a la nueva clientela germana. El caso es que todas las tardes Los Espumosos estaban invadidos por alemanes del Camerún. Y por las noches acaparaban el Royal Concert.
Cuenta la leyenda que una de esas tardes uno de los juerguistas se propasó con una camarera recibiendo de ésta un jarrazo de cerveza que lo dejó muerto en el acto. Y todos sus compatriotas fueron al entierro de su compañero de armas.
Como habrás podido comprobar en los primeros meses de estancia zaragozana hubo varios fallecidos (esquelas en “Heraldo” y en “El Noticiero”), pero ninguna de las que se tienen constancia fueron producidas por tal incidente. Además, teniendo en cuenta la Zaragoza de la época y “El Noticiero”, germanófilo escandalizado por la actitud de los soldados, el suceso hubiera trascendido en prensa. Y no fue así.
De todas formas sigue siendo una leyenda viva porque, evidentemente, no se han rastreado todos los fallecimientos de forma absoluta y la posibilidad aún es palpable.
Una bonita anécdota que seguro hubiera quedado de perlas en la inauguración.
Espero que te haya gustado o, al menos, entretenido.
Un abrazo,
David
Recuerdo Espumosos con muchísimo cariño. Tenía duende y no me extraña que surgieran leyendas. Anécdotas las hay a montones. Yo disfruté durante muchos años (hasta su cierre) de aquella variedad de ambientes. Por la mañana, el vermut y las tardes. Los ambientes era distintos y complementarios. Se conspiraba al mediodía. En esa época descubrí que existían los héroes, que no eran leyendas. Sigo, desde entonces, admirando a quienes demuestran que la vida no es un cuento, sino una hermosa realidad.
Gracias por esa estupenda cañita con limón.
Un abrazo
María
Gracias a tí, María.
Un saludo,
David
Cuanto he aprendido en esta conversación y cuanto me ha gustado. Gracias a los dos!!
Gracias a tí, Concha. Bienvenida al blog.
Un abrazo,
David
Qué bien sienta sonreir.
Ahora tengo una (sonrisa) dibujada de oreja a oreja.
Dos abrazos
María