PALABRAS

Las palabras vienen y van. Se usan, se estrujan y a veces, hasta se tiran. Las palabras no definen el mundo como aseguran los postmodernos. Las palabras referencian cada elemento que forma parte de la realidad permitiendo sostenerlo en nuestros labios. El prodigio de la humanidad no es hablar para comunicarse, sino reflexionar y sentir la vida para poder contenerla en nuestros corazones.

Las palabras son el mejor espejo de la humanidad. Cada época tiene las suyas. Un historiador moderno que pretenda triunfar en su entorno académico no puede explicar un proceso humano si no introduce un término del campo semántico de la economía. Convivimos día a día con cientos de términos que tratan de marcar el ritmo de nuestra existencia, y nos zambullimos en un océano de vocablos cuyo sentido y fundamento hemos asimilado en un falso ritmo de cotidianeidad. Sentimos que nuestro lenguaje es libre, a pesar  que algunas palabras están encadenadas al infortunio del desuso. Un lingüista explicaría que los idiomas evolucionan según las necesidades de sus hablantes, pero lo cierto es que desconocemos qué necesitamos realmente. ¿Podemos permitirnos asesinar el amor? ¿Es posible identificarnos con una actitud económica que trata de aniquilar el escaso pedazo de humanidad que sobrevive en nosotros? Hemos sacrificado las palabras para quedarnos con las cifras, y con ello hemos dejado de pensar para dejarnos arrastrar por la corriente del relativismo.

A la ciencia le falta filosofía para encontrar sus palabras. Buena parte de los investigadores son incapaces de dominar un estilo de escritura sencillo y eficaz que les permita expresarse con riqueza conceptual. No es falta de educación, es falta de reflexión. Incapaces de mirar el mundo por sí mismos, vacíos de sentimientos que promuevan el pensamiento, no encuentran palabras que describan su entorno porque no tienen nada que describir. De hecho, faltan adjetivos, no sustantivos. Sabemos diferenciar una escalera de un vaso, pero no explicar con humildad y certeza los fundamentos atómicos que provocan la diferencia entre ambos objetos. Nada está fuera del alcance de nuestro intelecto, pero concibiendo el mundo como un ente complejo e inabarcable nos sentimos protegidos ante la escasez de pensamiento. Todo es cuestión de matices, y en los matices está la verdad. Un beso, una caricia, una palabra en el momento preciso y se hace la vida. Un alma se ilumina con un suspiro de amor. La gravedad tan sólo necesita una insignificante partícula para juntarlo todo.

Sin embargo seguimos pensando que es mejor calcular que sentir, que es más seguro dejarnos marear por la infamia social que alcanzar nuestros sueños aunque la corriente empuje en contra. Si viviéramos la vida a través de nuestros sentimientos alcanzaríamos la energía vital necesaria para atravesar las barreras ideológicas en un efecto túnel de verdad. El opuesto al conocimiento no es el desconocimiento, sino la incertidumbre. Por eso las pelis de terror ocultan el rostro del mal. Precisamente por eso se quedan siempre los necios y escapan los corazones nobles. No es una fuga de cerebros, sino una puesta a salvo de la humanidad.

Platón y su caverna, Tomás Moro y Enrique VIII, guillotina contra verdad. Adoctrinamiento proletario contra humanismo. Materialismo darwinista contra kropotkinismo. La ayuda mutua del humanismo ruso contra la idea pseudocientífica de supervivencia. ¿Hechos probados? Tan solo palabras. Cada cultura escoge sus héroes, aunque a algunos les toca siempre habitar en el olvido. Revoluciones y contrarrevoluciones, pensamientos que separan personas y abrazos dialécticos que las aúnan. Palabras que se quedan para siempre en el horizonte de nuestra existencia.

Podemos cambiar el mundo con una palabra. Las palabras son pájaros que vuelan con el viento fraguando un mundo en cada espíritu. Alcémoslas bien alto hasta alcanzar el futuro que nos espera.

4 comentarios sobre “PALABRAS

  1. Ahí está la clave.
    Alcémoslas bien alto “(no despegando los pies del suelo)” hasta alcanzar el futuro que nos espera.
    En tango se dice que hay que bailar “a tierra”. Dicho de otro modo, marcar el ritmo con la suficiente profundidad para que la emoción suba al cielo.

    Las ideas se vacían de contenido si olvidamos las responsabilidades que a cada cual le corresponde.
    Enriquecerse a costa de la pobreza de otros es no entender el término riqueza.

    Tener más es aumentar. Ser más responsable cada día es tener más conocimiento propio y consecuentemente aumentar nuestra madurez para descubrir la riqueza que la vida nos tiene reservada.

    Quien pueda alcanzar ese futuro será el campeón. Solo otro campeón puede reconocer que el otro es mejor.
    Mientras, en ese presente, estamos todos representados.

    Ya te echaba en falta, David.
    Un abrazo
    María

  2. Efectivamente, María, sin despegar los pies del suelo, sin olvidarnos de quiénes somos y dónde estamos. Las ideas pierden todo su sentido cuando se intentan adaptar a un discurso. Las ideas deben volar libres de corazón a corazón, y ser comprendidas por cada persona para que puedan aplicarse en el día a día.

    Creo que hemos perdido la fe en las palabras, y habíendola perdido en ellas, también lo hemos hecho en las personas. Ahora, las palabras han sido además incorporadas a unos propósitos deplorables que nada tienen que ver con su contenido. Sólo interés. Manipulación. Enriquecerse a costa del humanismo de los demás. Pero tienes mucha razón: enriquecerse a costa de la pobreza, o a costa de crear pobreza, no es comprender la idea de enriquecimiento. Deberíamos de enriquecernos en nuestro interior, sintiendo y comprendiendo las cosas y la vida, y no explotándola y limitándola.

    Creer en las personas es creer en las palabras y viceversa. Necesitamos volver a “bailar a tierra” para embriagarnos de emoción y verdad.

    Me ha encantado el ejemplo del tango, María. Ha sido un precioso ejemplo.

    Ya estoy por aquí, dado la brasa con mis letras. Echaba de menos estas conversaciones tan bonitas.

    Gracias por estar ahí una vez más!!!

    Un abrazo muy fuerte.
    David

    1. En cualquier problema es fundamental acercarse al origen que lo ha desencadenado. Las ideas iniciales son importantes, pero no se pueden convertir en prejuicios. Ver con claridad de qué estamos hablando es fundamental pafra hacer un buen diagnóstico y encontrar la solución adecuada.
      Cada uno de nosotros llevamos en nuestra mochila un montón de contradicciones y al mismo tiempo la solución para resolverlas. El tiempo que necesitamos para poner el orden preciso es un misterio.

      Seguiría con la reflexión, pero es muy tarde y mañana trabajo.

      Abrazo
      María

  3. Exactamente, María. Si las personas no logramos ver con claridad el objeto de la cuestión es imposible alcanzar su origen. En la mochila de nuestra alma llevamos las piezas del rompecabezas de nuestra vida. El problema es saberlas encajar y no ir perdiéndolas por el camino…

    A veces el tiempo no hace justicia, tan sólo hace ser. Es necesario alcanzar una visión absoluta de quienes somos para poder construir nuestro propio puzle.

    Un abrazo
    David

Los comentarios están cerrados.