Desde luego y sin duda alguna. Cada vez más Zaragoza se está convirtiendo tan abrasadora como son los Países Bajos en toda la extensión de la palabra -perdónenme los lectores holandeses-.
Ejemplo de densidad ciclista: las bicis, aparcadas sobre un puente que cruza el canal, en Utrech, Países Bajos. Fuente: propia.
Este verano, en cuenta de deambular por las cálidas aguas del Mediterráneo y dejar que el amistoso sol broncee mi piel afectuosamente he preferido maltratarme un poquito en un tour por Bélgica y Holanda, dejando que el Mar del Norte helara mis carnes desde lejos -no pisé la playa- y que la lluvia, también amistosamente, me obligara a coger el chubasquero unos cuantos días. Debido a esta decisión improvisada he podido vivir en mis propias carnes lo que es tener ciclistas con derechos adquiridos y ser el peatón vapuleado por todos. Hasta por las nubes. En Bélgica todo fue bien, de maravilla -de este interesante país hablaré más adelante-, pero fue llegar a Holanda y recibir el primer aviso, por parte del guía. El buen hombre nos avisó, ya en Middelburg que había que cruzar las calles ” a lo loco”, pues resulta que por ley, la bicicleta posee el pleno en derechos mientras que el peatón no posee prácticamente ninguno. Es decir, que hasta un caracol posee más. Y debe ser por esta razón por la que no ví caracoles por esas latitudes y esas longitudes.
En Middelburg quizá exageraba, pero fue llegar a Amsterdam y encontrarme con el follón. El follón mañanero, el de tarde y el nocturno. Todo bicicletas. Todas por todas partes. En todas direcciones. Por detrás. Por delante. De lado. Del otro lado. En dirección contraria a los vehículos. Por la acera. Por el carril bici. Zigzageando tranvías, coches, motovespas y tocinovespas. Peatones también zigzageados. Pasando por lugares insólitos, por aceras de cinco metros y de medio metro. Entre cinco peatones y entre doscientos. Con perros atados a los manillares y niños metidos en cajas de fruta sin siquiera atar a la bicicleta. Así es Amsterdam. Así es Holanda. Y, como no nos pongamos las pilas, así será Zaragoza. Amsterdam es ya de por sí un desastre en vialidad. Para cruzar la calle debes cruzar fuera de los pasos para peatones. ¿Que les parece esto raro? Pues atiendan, que les voy a contar el secretito. En muchos pasos de cebra, sobre todo en avenidas, ocurre que el tranvía no posee vías rectas, sino que a ellas se juntan curvas procedentes de otras calles. Esto significa que uno debe hacer el siguiente esquema: cruzar corriendo el carril bici, parar un microsegundo a mirar si vienen coches y salir pitando; a la vez mirar si viene el tranvía y continuar la carrera -si esto fuera en un paso peatones el que gira ya te habría pillado-; no pararse y cruzar a lo loco la calzada para coches; frenar en seco y mirar antes de cruzar el carril bici y, ya por fin, descansar en la acera. ¿Entienden ahora? A que les gusta, ¿eh? Lo del tranvía que gira, debo reconocerlo, no es siempre en todas las calles, pero sí en muchísimas avenidas. Tras la explicación se estarán preguntando qué sucede si le atropella alguno de los vehículos al cruzar. Les explico:
– Si les atropella un tranvía: A) PASANDO POR EL PASO DE PEATONES–Usted tiene razón, salvo si gira (en la mayoría de las incidencias) B) SIN PASAR POR EL PASO–Usted se lo ha buscado (en el 100%)
– Si les atropella un vehículo motorizado: A) PASANDO POR EL PASO–Usted tiene razón. B) SIN PASAR POR EL PASO–Usted se lo ha buscado (en el 100%)
– Si les atropella una bicicleta (la mayor parte de las incidencias son de este tipo): la bicicleta tiene la razón, vaya por la acera, la calzada o volando, si cabe, en la grandísima mayoría de los casos.
¿Y qué sucede cuando una bicicleta le atropella? Pues fácil: que el ciclista le denuncia y lo lleva a juicio. Con dos cojones y dos cañones. Para que te enteres, pringao. Para que te enteres de que si quieres reinar, coge una bicicleta. Y como decía, Zaragoza lleva muchas papeletas para convertirse en embajada de la cultura holandesa por excelencia en España. La primera, hace un año, cuando al ayuntamiento se le ocurrió la gracia de permitir el libre albedrío de los ciclistas por las aceras, si el ciclista tenía la voluntad en aquel momento. Tras las protestas debidas y justas, se restingió solo a calles donde los coches no circulen a más de treinta kilómetros por hora.
Un ejemplo pacífico de movilidad en Holanda: en este pueblecito, Naarden, no existe el esquema antes descrito de las grandes capitales, por lo que comparten vía peatones, ciclistas y vehículos motorizados. La prioridad, como ven, es absolutamente ciclista. En las ciudades, normalmente se produce el caos vial. Fuente: propia
En estos momentos, la mayoría no pasan por los carriles bici cuando los tienen y prefieren la acera, porque es más ancha. También he visto ciclistas circulando en dirección contraria y zigzageando coches. Y peatones no digamos. Las calles, la mayoría, ya están limitadas a treinta. Sin embargo, sigo viendo ciclistas por las aceras, a lo loco. El casco, obligatorio en la famosa ordenanza para los niños, ni se huele, y menos en los adultos, al igual que sucede en Holanda. Las paradas de autobús, con el carril bici delante, para sufrir atropellos de los buenos, de esos que te dejan sin muelas. Solo faltan ya tres cosas: el tranvía, en calles y avenidas con carriles bici a ambos lados; que los padres puedan llevar a los niños en las bicicletas de cualquier manera; y que las leyes aplaudan cualquier decisión ciclista.
La primera ya está a punto de cumplirse, la segunda no me extrañaría verla próximamente. Solo falta la tercera, la más peligrosa.
Sin embargo, debo remarcar dos cosas sobre esta cuestión. La primera, que en ciudades como Amsterdam no hay abueletes. Normal con tanto factor riesgo. Para eso tienen Naarden, Volendam o Marken, por ejemplo, que son pueblecitos más acogedores.
La segunda es que en Holanda aún se puede entender que esto ocurra, teniendo en cuenta que es el país donde más impuestos se pagan y donde antes se independizan los jóvenes -a los dieciocho, la mayoría-. Esto implica que no puedan pagar hasta tener treinta y altos o cuarenta y altos un coche como Dios manda y solo les queda el recurso de la bicicleta -que no paga impuestos- y de las viejas -porque roban cada año más de 750000 bicicletas en todo el país-. No se crean que lo hacen por ecologismo precisamente…
Sin embargo, ahí van mis dos preguntas. Si por desgracia todo esto llega a Zaragoza:
1) ¿Dónde se meterán los abueletes, si aquí la mayoría de los pueblos se encuentran a una distancia considerable de la capital y faltan plazas en las residencias?
2) ¿Qué argumento se les ocurrirá soltar al ruedo para explicar a los ciudadanos tanto vaivén ciclista sin control? ¿El ecologismo, otra vez? ¿Que hay que imitar a Holanda? ¿Que está de moda eso de hacer lo que te salga del cimbel, pero eso sí, sobre dos ruedas no motorizadas?
Solo espero que aquí tengamos suerte y lleguemos a una vialidad pacífica entre todos, sin necesidad de leyes opresoras ni ridículas y en la que el respeto sea el valor principal. Que avencemos no imitando a Holanda, sino superando a Holanda. Que se proteja al más débil, en el orden de mayor a menor protección peatón-ciclista-motos-coches y otros vehículos. Que cada uno vaya por su vía y sea respetuoso al circular por la de los demás. Seamos como Bélgica, donde cruzas en rojo y todos los coches se detienen teniendo ellos el paso. Donde los ciclistas, si atraviesan zona peatonal bajan de la bicicleta y la llevan andando hasta cruzar el lugar. O si no, lo atraviesan muy lentamente. Con cariño. Donde las motos son igual de pacíficas que los coches. Donde da gusto vivir y llamarse ciudadano belga.
¡Qué envidia me dan los belgas, cuando con toda la razón del mundo se pueden vanagloriar de su propia vialidad! Ese sí es un ejemplo a seguir (y a superar).