Del clérigo español Casiodoro de la Reina hicieron un pelele, lo pusieron sobre las brasas y, reuniendo a la plebe, lo quemaron en su presencia. Representaba al hereje prófugo que había tenido que exiliarse por sus ideas y por sus libros. La Inquisición católica del viejo reino de Castilla fue el menor de sus problemas: el la Europa protestante, la sinrazón y el hermetismo teológico aún era más adusto. Tuvo que huir de región en región, al amparo y capricho de nobles y otros religiosos que le ofrecieron amparo en aquellos tiempos turbulentos.
Fruto de ese perpetuo nomadismo nació La Biblia del Oso, quizá su obra más excelsa, sin duda la más nombrada. Toma este popular nombre del oso dibujado en su portada original. En realidad, se trata de una traducción de la Biblia al español, trabajo mediante de las mejores fuentes que pudo disponer De la Reina. El español fue un políglota y estudioso de la cultura clásica y cristiana, por lo que durante décadas se esforzó en esta labor.
Hoy, Alfaguara ha realizado este singular estuche de lujo en cuatro tomos, hermoso y de fácil manejo y lectura. Una delicia para el patrimonio bibliófilo que, a mi juicio, no debe faltar en ninguna biblioteca que se precie como tal. Escribo sobre ella para Revista Hypérbole donde cuento más detalles de esta renovada edición.
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La Biblia, el oso y la diáspora – Revista Hypérbole
