«Cuenta un mito de la antigua China que había una época en la que los seres humanos vivían en la tierra a merced de los espíritus. Las deidades podían cometer toda clase de agresiones si así lo deseaban con la certeza de que sus actos quedarían impunes. Un día, el sabio Cang Jie, adolecido por el devenir de sus semejantes se fijó en la naturaleza y creó los ideogramas, el lenguaje escrito. Los espíritus intentaron comprar el silencio a los hombres con lluvias de arroz y mijo que aliviaran su sed de hambre, pero fue inútil: los relatos volaron de mano en mano y el eco de la voz recorrió todos los rincones de la tierra conocida. Los espíritus, vencidos, desaparecieron. Y el ser humano quedó liberado».
Escribo en Ethic sobre un aspecto de nuestra naturaleza que nos lleva acompañando desde el principio de los tiempos: ¿sabemos gestionar nuestra libertad? ¿Somos realmente libres?
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