Cuando nace un libro siempre lo hace en la incertidumbre. ¿Cómo será acogido por los lectores? ¿Lo recibirán con cariño, les gustará, harán suyo su contenido? Desafiando a duda le acompañan unas pocas personas: el autor, quizás algún editor y alguien que generosamente se presta a apadrinarlo en sus primeros pasos literarios.
El pasado viernes 22 de noviembre presentamos mi nuevo libro Hablar despacio en Zaragoza. Fue su gran puesta de largo, la primera de las presentaciones y la que da inicio a su recorrido. El lugar escogido no podía ser más prometedor: el Salón de Actos del Museo de Zaragoza, una de las grandes joyas de la ciudad y sede, además, de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. También lo fue su madrina, la brillante escritora Ana Alcolea. Con la sensibilidad y la delicadeza que le son características diseccionó el libro analizando el origen de cada poema, el sentido de los versos y su contenido poético y filosófico. Ambos entretejimos una conversación amena y brillante de la que disfrutaron los numerosos lectores que abarrotaron la sala a pesar de la lluvia.
Gracias de todo corazón a Ana Alcolea por arropar el nacimiento del libro con tanto cariño y dedicación, y a los responsables del Museo de Zaragoza por acoger el acto en tan noble y hermoso lugar. Y, por supuesto, a todos y a cada uno de las personas que acudisteis en un día frío e intempestivo a compartir con nosotros el calor que proporcionan los libros. Entre todos hicisteis posible una tarde luminosa y feliz.
Comparto con vosotros algunas fotos del evento.








