ENTREVISTA EN ATÓNITOS HUÉSPEDES, DE ARAGÓN TELEVISIÓN (13.02.2020)

Hace unos días me entrevistaron para el programa de cultura de Aragón Televisión, Atónitos Huéspedes (programa galardonado recientemente con el Premio de la Asociación Aragonesa de Críticos del Arte 2019), acerca de Hablar Despacio, mi nuevo libro. Comparto con ustedes la entrevista.

Entrevista a David Lorenzo Cardiel en Atónitos Huéspedes, de Aragón Televisión (13.02.2020)

O en el canal de YouTube de Atónitos Huéspedes haciendo click en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=ZWE5xjtm4Fo&feature=youtu.be

Y ESTA NOCHE, ENTREVISTA EN ‘ATÓNITOS HUÉSPEDES’, DE ARAGÓN TELEVISIÓN

Esta noche tenéis una nueva cita con Atónitos Huéspedes, el genial programa de cultura de Aragón Televisión. En ella encontraréis la entrevista que me hicieron sobre Hablar Despacio, su contenido filosófico y su proceso creativo en un lugar muy especial que destaca, además, por su singular belleza. Os invito a descubrir nuestra conversación. La hora y el canal: a las 23.20 horas en Aragón Televisión. Os esperamos al otro lado de las cámaras.

IMÁGENES DE LA ENTREVISTA EN HUESCA TV (21.01.2020)

Huesca ha sido una caja de sorpresas. De hecho, este martes se emitió la entrevista que me hicieron para Huesca TV como motivo de la presentación de Hablar Despacio en la Biblioteca Pública de la ciudad. Os dejo algunas imágenes de la entrevista (gracias, Mariano, por estar pendiente y rescatarlas de la fugacidad del tiempo). Si consigo la entrevista completa la compartiré con vosotros.

Entrevista en Huesca TV (21.01.2020). Un instante durante la entrevista. Presentación del libro Hablar Despacio en Huesca (16.01.2020). Fotografía cortesía de José Mariano Seral.
Entrevista en Huesca TV (21.01.2020). La escritora y poeta Angélica Morales y un servidor durante la presentación del libro Hablar Despacio en Huesca (16.01.2020). Fotografía cortesía de José Mariano Seral.
Entrevista en Huesca TV (21.01.2020). Instante durante la entrevista. Presentación del libro Hablar Despacio en Huesca (16.01.2020). Fotografía cortesía de José Mariano Seral.

ALGO FALLA

Me lo comentaba hace un tiempo un amigo mientras tomábamos un café: si alguien quiere estudiar Filosofía, si de verdad quiere estudiar eso, que emigre, porque aquí solo hay postmodernos.

Al principio, evidentemente, no comprendí exactamente a qué se refería. Para mí, los llamados postmodernos no tenían ningún nombre ni denominación: eran simplemente la gente esa que estaba degradando el conocimiento y se lo estaba cargando, gente influida por los antañones sofistas griegos y los falsarios nihilistas, y a la que no le importaba hacer creer al gran público que lo absolutamente objetivo era relativo si así les interesaba. No me había percatado de que habían formado escuela, se habían consolidado en el ambiente cultural y llevaban tiempo minando tanto a la filosofía como a la ciencia. Cuando finalmente me explicó en qué estado se encontraban los estudios de Filosofía fue cuando llegé a darme cuenta de que los postmodernos habían invadido literalmente la facultad, imponiendo su visión relativista en todos los ámbitos salvo en las materias más difíciles de convertir. Ahora comenzaba a explicarme porqué nadie, ni siquiera los ámbitos culturales y académicos, eran capaces de enfrentarse a una degradación conceptual que nos está incapacitando cada vez con mayor brío a la hora de conocer la genuina realidad.

Ayer, en El País salió algo de ésto. Resulta que también es tendencia emocionarse con una película mientras todo el mundo bosteza ruidosamente en la sala, examinar hasta el último detalle de un Velázquez mientras el resto dormita en los bancos del museo o tararear lo último de Adele cuando el mundo se rinde ante el gran David Guetta. Eso es lo que, según Peter Robinson, son manifestaciones del “nuevo aburrido”.

¿Nuevo aburrido? Sí, lo han leído bien. Así aparece en el celebérrimo diario The Guardian y así debe de ser. Amén. Porque si lo dice The Guardian va a misa.

Demasiado acostumbrados al berreo musical, a performances que hacen sobresaltar a nuestros sentidos, a que las actrices de moda enseñen una teta incluso en las escenas más ridículas o a que toda serie de época se convierta en una nueva Águila Roja, ha nacido lo tedioso, lo que a nadie se le ocurriría ir a ver, leer o escuchar, y va y nos jode la fiesta. Nos invade el negocio. Ahora llega una tipa con un piano cantando una balada y jubila a Lady Gaga. Ahora lo que mola es seguir Downtown Abbey, ver películas castizas en blanco y negro y sin sonido, escuchar a Pablo Alborán y rescatar todos los jerséis raídos que tengamos a mano para exibirlos ante el público mientras hacemos nubecitas con nuestra pipa. Lo que hasta 2011 eran expresiones culturales de segunda, incapaces de atraer la atención de un público asimilado por un mecanismo de difusión cultural empobrecido y monetizado, ahora son las formas preferidas, las deseadas, lo que la gente busca en las tiendas.

Los críticos anglosajones señalan como causante de este cambio de preferencias el excesivo boom de la música de baile, que desprovisto de todo sentimiento ha invadido nuestra música desde hace unos cuantos meses. Pero se equivocan. En España, antes del boom de la música de baile, ya triunfaron en contra de toda estadística comercial series como La Señora, fieles a una época y de gran carga sentimental. Tras la serie, nuestra televisión ha comenzado a producir ficciones más fieles a la realidad, más auténticas, con cuyos personajes nos podamos sentir identificados y con los que podamos ser nosotros mismos. Porque ese es el auténtico problema: estamos hartos del puñetero nihilismo, de ver cómo los personajes hacen el amor sin ni siquiera mirarse a los ojos, de escuchar canciones que nos dicen las mismas sandeces una y otra vez. Estamos hasta el gorro de una sociedad y una industria cultural que se esfuerza en limitar nuestra existencia, en despojarnos de toda humanidad, en convertirnos en entes sombríos incapaces de sentir y de existir en toda nuestra esencia. Lo que está sucediendo no es una moda ni una tendencia ni una corriente cultural. Es un retorno desesperado a la realidad de la que nunca deberíamos habernos despegado. Es una búsqueda del sentimentalismo perdido en el momento en que tuvimos miedo de vivir, de sufrir al amar, de sentirnos desamparados. Necesitamos amar y que nos amen, y es precisamente de esto de lo que carecen nuestros productos culturales.

Lo curioso es que pese a lo evidente de la situación, nadie sea capaz de reconocer la realidad. Se le achaca a un exceso del mismo tipo de música o incluso a un resurgimiento de la tendencia vintage, pero siempre asociada a un movimiento cultural, a una reacción enmarcada dentro de la oferta y la demanda y dentro de lo que la mal llamada industria cultural nos tiene acostumbrados. Sin embargo, se trata de una necesidad hoy más urgente que nunca. El cine ya no suele hablar de la vida, sino de una visión muy pobre de la misma; la música y la poesía, que antes eran el feudo del sentimiento, han terminado por sucumbir al materialismo más atroz, concibiéndose al poeta sentimental como una antigualla aburrida concebida para adormilar al personal. Incluso la literatura comienza a verse contaminada por libros inexpresivos que imponen tesis vacías al relato que narran. Ansiamos todo aquello que hable de lo que somos y de la vida que vivimos y de lo que sentimos, y no de la versión de la realidad que quieren que nos creamos.

Pero aún así, seguimos poniendo etiquetas e inventándonos denominaciones imbéciles como lo del nuevo aburrido. ¿Qué es aburrido en todo ésto? ¿Qué tiene de malo o de bueno emocionarse con Someone like you o comentar, eufórico, el gran descubrimiento que ha resultado El árbol de la vida? ¿Alguien se ha parado a pensar que lo aburrido o lo gracioso es simplemente una concepción nuestra y no un atributo de las cosas?

La pregunta no debería limitarse a cuestionarse porqué y cómo consigue triunfar la naturalidad en un ambiente que hace las mil virguerías para llevarse al público al bolsillo, sino también a pensar para quiénes resultan un coñazo las canciones de Adele y los capítulos de Gran Hotel o, mejor dicho, a quiénes les interesa que resulten un coñazo unas piezas capaces de llegar a lo más íntimo de cada persona.

Mientras tanto, seguiremos sufriendo la insidia postmoderna soportando que un nuevo concepto ridículo más acabe siendo la excusa perfecta para sacarse de la manga una tendencia de lo más lucrativa. Y todo porque lo que dice The Guardian, sea lo que sea, en España es tendencia y va a misa.

Fallece Labordeta, el símbolo más humano de Aragón

Una y media de la mañana. Para muchos de ustedes este momento del día no significa demasiado. Sin embargo, ese horario, ese anguloso movimiento de las saetas de cualquier reloj ha marcado, trágicamente, un antes y un después en la historia contemporánea de España y de Aragón.
A esa hora, a la una y media del 19 de Septiembre moría el gran símbolo de Aragón, un luchador indomable que dió la cara por esta parcela de nuestro extenso mundo. En el Miguel Servet de Zaragoza, donde estaba hospitalizado desde hacía unos días al empeorar su salud.
Durante meses, Labordeta ha estado postrado en su casa a causa de un cáncer, su último enemigo, librando sus últimas batallas.
José Antonio, siempre luchador ha muerto peleando, contra su cruel enfermedad a los 75 años de edad. Con su muerte, Aragón pierde su emblema. Pierde su voz. Pierde parte de su ser. Luchó con soltura y sin miramientos contra la hipocresía y la opresión, tanto de España como de Aragón. Para ello utilizó sus mejores y más humanas armas: la música, la palabra y la poesía. Incansable defensor de la nación aragonesa, nació el 10 de marzo de 1935 en la capital de Aragón, en Zaragoza. Estudió en el Colegio Alemán y en la escuela familiar, continuando sus estudios en la Universidad de Zaragoza, licenciándose en Filosofía y Letras.
En los años sesenta comenzó su andadura musical como cantautor, a la par que se inició en el mundo de la docencia, siendo profesor de Geografía, Historia y Arte.
A su primer álbum, Cantar y callar, le siguen muchos otros, todos ellos caracterizados por la vinculación de sus letras a Aragón, la melancolía con que hacía referencia a su tierra y el contenido esperanzador de algunas de sus canciones, como su celebérrimo Canto a la libertad, considerado por muchos el verdadero himno de Aragón.
José Antonio siempre fue una persona intelectualmente activa, ampliando sus horizontes hacia el mundo de las letras. En 1959 publicó Sucede el pensamiento, uno de sus muchos libros de poemas. También probó el dulce sabor de la novela con Cada cual aprenda su juego (1974) o Banderas Rotas (2001). Publicó hasta el último momento, reflejándose en obras como por ejemplo Memoras de un beduíno en el Congreso de los Diputados (2009).
También expuso sus ideas en abierto, creando en los años cincuenta la revista Orejudín y más adelante, junto con otros colaboradores el diario Andalán, con el que se opuso al régimen franquista e inauguró la transición aragonesa. Hasta sus últimos días estuvo colaborando de columnista en el periódico Público y publicando sus últimos poemas en su blog.
A partir de los años setenta se configuró como el símbolo vivo de la nación aragonesa, defendiéndola hasta su muerte.
Con su programa en TVE Un país en la mochila, donde daba a conocer la verdadera esencia del país nació su faceta de presentador.
Su personalidad política nace tras la muerte de Franco, concretamente en 1976, participando en la creación del Partido Socialista de Aragón. Fiel a sus ideas de libertad, llegando a catalogarse un “anarco-burgués”, se presentó al Senado con IU. Sin embargo su etapa política más notable fue al presentarse con Chunta Aragonesista (CHA) al Congreso de los Diputados donde representó a este partido durante ocho años (2000-2008). Allí no dejó de pelear por un Aragón (casi) olvidado, consiguiendo algunos progresos para la región pese a tener únicamente un escaño, algo que apenas le daba poder. Uno de sus numerosos enfrentamientos en la cámara fue el famoso “a la mierda” que “dedicó” al Partido Popular y con el que vibró todo Aragón. En 2006 se le diagnosticó un terrible cáncer de próstata, enfermedad que no le impidió continuar defendiendo su lugar de origen.
Gran persona, fiel a su identidad, directa y luchadora; términos que han caracterizado toda su existencia y que ahora, para el dolor de todos los aragoneses pasan al recuerdo.

Su agitada vida ha terminado efímeramente este 19 de Septiembre de 2010, habiendo recibido, además, títulos como La Orden de Saurí, La Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Zaragoza y la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X El Sabio, esta última otorgada en su casa por el Gobierno de España el seis de Septiembre de 2010.
Su última gran aparición en público fue como pregonero de las Fiestas del Pilar de 2009 en la que recordó la historia aragonesa y zaragozana y en la que instó a sentirse orgulloso de ser aragonés.

Todo Aragón, toda España, todo el Mundo estamos de luto. Hoy perdemos al gran símbolo contemporáneo de Aragón. Hoy Aragón pierde una parte de su ser. Hoy Aragón llora, melancólico a este gran hombre. Request in peace.

NOTA: el lugar donde se pondrá la Capilla Ardiente será en el Palacio de la Aljafería, en las Cortes de Aragón a las 18:00 h.A título póstumo se le va a conceder la Medalla de Aragón.



Imagen diseñada y creada por el autor de esta página, “Historias de Cardiel”. El autor de la página liberaliza de derechos esta imagen para el uso exclusivo de difusión web en señal de luto por el fallecimiento de Labordeta. Se ruega enlazar a esta página al copiar la imagen. Gracias.