Había escrito el artículo-homenaje que quería escribir sobre Félix Romeo, pero un fallo informático o un error mío con el inicio de sesión en WordPress ha hecho que lo perdiera. Ya no tengo fuerzas para para volver a comenzar otro, sobre todo porque ese otro nunca podrá ser igual al que Worpress me ha borrado. Y eso me duele, porque ni ustedes ni yo podremos volver a leerlo.
No sé si más adelante escribiré algo sobre este grande, sobre esta gran persona a la que solo pude conocer a través de lo poco que leí de su firma. Precisamente sobre esto y otras diligencias iba el texto.
Así que solo puedo rescatar una migaja de mi esfuerzo. Al final del artículo publiqué el último que Félix escribió, siempre con el permiso de la revista Letras Libres para donde lo escribió. Quizás algún día lo comente, porque merece la pena hacer algunas notas al pie de página sobre algunas cosas que se nombran en él. Aquí se les dejo sin más preámbulos. Descanse en paz, Félix. Gracias por ser quien fue, sin dejarse arrastrar por esta infame y cruel sociedad.
TEMER POR LA VIDA [Artículo publicado en la revista “Letras Libres” el 7/10/2011. Por Félix Romeo.]
Una encuesta realizada a 1000 mujeres afganas por la organización ActionAid ha revelado que la gran mayoría de ellas tiene miedo de perder sus frágiles libertades, y la dignidad que han empezado a conseguir, ante el posible regreso de los talibanes al poder. Muchas de ellas temen también por su propia vida. La retirada de las fuerzas internacionales de Afganistán puede contribuir al debilitamiento del incipiente proceso democrático y dejar una brecha abierta para que los integristas, utilizando medios violentos, vuelvan a gobernar.
Es cierto que las mujeres afganas participan menos de lo que deberían en la transición democrática, pero también es cierto, y doloroso, que su vida bajo el régimen talibán era lo más parecido a la esclavitud, o a la animalidad: imposibilidad de acceder a la educación más básica e imposibilidad de acceder a un trabajo, restricción absoluta de movimientos, ausencia de libertades básicas, control total por parte de los varones, vestimentas indignas y humillantes…
Para muchos, la defensa de la democracia en Afganistán puede ser una monserga neocolonialista, y más cuando una fuerza internacional, auspiciada por Naciones Unidas, tutela el proceso de transición, pero si prestamos atención a lo que dicen la mayoría de esas 1000 mujeres, que han ganado en muy poco tiempo derechos básicos, la perspectiva es muy diferente. Y, es necesario recalcarlo, los talibanes consiguen imponer su régimen tiránico y teocrático por la fuerza de las armas y no convenciendo a la población en unas elecciones.
No se trata de dos mundos, uno de los cuales, democrático, trata de intervenir en el otro, dictatorial, para forzar su voluntad soberana, sino que se trata de entender el mundo como un único mundo: el de los seres humanos que gozan de los mismos derechos, de las mismas libertades y de las mismas garantías.
El discurso relativista, ya desde las monsergas teóricas de Claude Lévi-Strauss, repite que las especificidades locales casan mal con otros modelos externos de organización social, pero las 1000 mujeres afganas de esta encuesta desmienten esa ocurrencia que trata de colarse a menudo como pensamiento.