La escritora Irene Vallejo me dedica estas luminosas palabras. Qué feliz forma de navegar la semana.

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La escritora Irene Vallejo me dedica estas luminosas palabras. Qué feliz forma de navegar la semana.
Hoy escribo sobre un libro que es un mosaico de lecturas y de anécdotas y saberes rescatados del olvido, de esa ínfima parte de los libros de la antigüedad que han llegado hasta nuestros días. Irene Vallejo nos regala un ensayo sublime en su prosa y en su estructura, lúcido en su contenido (chirrían en ocasiones algunos juicios de valor que se revelan arbitrarios, pero es un detalle tan menor que no lo he considerado digno de incluir en la reseña, más allá de esta anotación sobre la marcha) y, en conclusión, delicioso. Comparto con vosotros la reseña.
Reseña de El infinito en un junco, de Irene Vallejo – Revista Hypérbole
El pasado viernes dio comienzo la Feria del Libro de Zaragoza y gracias a la generosidad de Librería Central inauguré la nómina de autores que durante estos días hemos dedicado ejemplares y que los dedicarán con ellos hasta el próximo domingo. Fue una tarde rebosante de alegría, de pasión por los libros, de libertad. Agradezco de nuevo de todo corazón a los amigos de Librería Central por contar de nuevo este año conmigo y con mi libro, y a los lectores que desafiasteis el calor feroz para haceros con uno de los últimos ejemplares de Tierra de nadie. Y, por supuesto, a los numerosos amigos y compañeros de letras que vinisteis a saludarme. Todos juntos demostramos que la Feria es algo más que palabras: unidos transformamos nuestras ilusiones de papel en diálogo y hermandad.
El miércoles quedé enamorado. ¡Cómo no quererles! Los miembros del Club de Lectura Leer Juntos del CEIP Tomás Alvira me recibieron con los brazos y los libros abiertos, deseando sumergirse en los entresijos de Tierra de nadie. Hablamos de la estructura de los poemas, de las imágenes literarias que aparecen a lo largo del libro y de su semántica, de cada idea y concepto que integra los versos. Y fue entonces cuando la filosofía fluyó, envolviéndonos en un diálogo distendido y enriquecedor. Las cuestiones que surgieron fueron brillantes, el tiempo pasó en apenas un suspiro. Fue un encuentro maravilloso y muy feliz. Y para muestra, la foto de familia, donde sostengo un regalo muy especial.
Gracias de todo corazón a vosotras, infatigables lectoras del Tomás Alvira, que con vuestra gran pasión por los libros y vuestro elevado compromiso con el conocimiento y la palabra mantenéis viva la llama de la literatura con intrépido tesón, y, en especial, a Carmen Nogués y a Isabel, directora y bibliotecaria del Centro, respectivamente, por su destacada generosidad y por cuidar cada detalle del encuentro, a Pilar Alled, persona luminosa de extraordinaria sensibilidad, y a las escritoras María Dolores Tolosa e Irene Vallejo, por su atenta lectura del libro y su compañía. Gracias por elegir Tierra de nadie entre vuestras lecturas. Sois un lujo inestimable. Estoy deseando regresar.
Ayer por la tarde despedimos la edición de este año de la Feria del Libro de Zaragoza. Gracias a todos los visitantes, a los lectores generosos, a los amigos, a los compañeros de letras, a los valientes editores y libreros que, un año más, han hecho posible una feria tan hermosa y tan fecunda como la que hemos vivido este año. Vosotros, en suma y en conjunto, lo habéis hecho posible. Gracias, de nuevo, por todo.
Os dejo un pequeño álbum con algunos momentos en la Feria del Libro a lo largo de estos diez intensos días. ¡Hasta el año que viene!
Hay libros interesantes, y luego están aquellos otros libros que nos emocionan, que nos ensanchan el horizonte de nuestra mirada y sin los cuales, después de haberlos leído, no seríamos los mismos.
Acaba de salir publicada en Revista Hypérbole una lista de libros y de autores fabulosos para este año que acabamos de inaugurar y para todos los demás que vendrán. Entre ellos, recomiendo especialmente a Irene Vallejo, Ana Alcolea, Carmen Aliaga, Andrés Barba y Yoël Lana-Renault. Y ya les advierto que no todos los autores y libros que les invito a leer son de nuestra época.
¡Pasen y vean!
Pueden leer el artículo clicando en el siguiente enlace:
http://hyperbole.es/2018/01/algunos-libros-fabulosos-para-2018-y-para-2019-y-para-2080/
Platón, en su alegoría de la caverna, lo deja bien claro. Es muy peligroso hablar de la verdad en una sociedad basada en la mentira. Él mismo vivió las represalias del cautiverio y el dolor de no verse comprendido por quienes decían comprenderle. Alguien que busca conocer puede equivocarse, pero ese equívoco, lejos de ser un lastre, es una nueva oportunidad para seguir adelante.
Hoy en día, que hablamos tan ampliamente de la libertad y de lo buenos chicos que somos, seguimos arrastrando la misma irreflexión y falta de comprensión que vivieron todos aquellos pensadores. Incluso mucha más. Hablar en nuestros días sin temor a las palabras es un acto que supera la valentía hasta rozar lo heroico. Es muy difícil que te comprendan, pero más aún que todos aquellos que renuncian a ver el sol, por el motivo que sea, permitan que les hables sin pudor de algo que no son sombras.
Estos días también me he topado con la ignomina del que se esconde en la caverna e Irene Vallejo, a quien admiro profundamente precisamente por la valentía de sus palabras, ha publicado una columna que habla por sí sola y que agradezco con todo mi corazón, porque supone en estos días de tensión un acicate para seguir siendo valiente.
Gracias, Irene, por tu valentía y cariño. Comparto aquí el artículo, para disfrute de todos.
Hace tiempo que leer prensa se convirtió en una tortura insufrible para mí. Soy completamente incapaz de soportar la lectura continuada de un artículo tras otro, palabra por palabra, y mucho menos de conseguir llegar al final del periódico sin terribles dolores de cabeza -en mi caso, a la portada, pues soy de esos que empiezan el periódico por detrás-. Por eso, sin hacer remilgos ni excluir a ninguna publicación que caiga en mis manos, si el título o las primeras líneas de un artículo no me terminan de atraer, leo en transversal. Exactamente como leería cualquier buen político una sección de opinión.
Leer en transversal, si tiene como objetivo cribar contenidos y evitar malos tragos morralleros, no es un acto infame y borreguero. Es necesario cuando lo que tienes delante ya no escribe para tí, te tutea sin conocerte y te trata como un imbécil al que le pueden hacer creer la sarta de gilipolleces a las que nos tienen acostumbrados. Y la prensa de hoy está claro que tiene poco contenido al que redimir. Por suerte, mi lectura informativa se limita al ámbito dominguero, el mismo en el que nos despertamos casi al mediodía, desayunamos mal y nos repantingamos en el sofá a la espera de cualquier chorrada capaz de entretenernos mientras terminamos de despertarnos del todo. Es justo entonces cuando llega el periódico, que aún conserva el olor a tinta de rotativo, y te decides a abrilo justo por su final. Porque comenzar mirándolo por su final y no por su principio es lo único que justifica la compra de un periódico.
Casi todos los periódicos, por no decir que todos, tienen lo mismo en su principio, cambiando solo su versión. Es como si se produjera un robo violento en una joyería y un periódico retratara la versión del cliente que se ha meado encima a causa del susto, otro la del dependiente que exige mayor seguridad en su local, y el último, la del ladrón que justifica el robo porque necesitaba el dinero porque si no el banco lo iba a deshauciar al día siguiente. Un mismo hecho, diferentes versiones y todas ellas falseadas. En este aspecto, los primeros tres cuartos de un periódico solo complacen a los lectores ideológicos, que compran el periódico que les dice exactamente lo que quieren oir. Algo así como los oficiales incapaces de aceptar que el joven Rostov huyó asustado de la batalla en Guerra y Paz porque prefieren pensar que retrocedió ante el decidido avance del enemigo. Una consecución de artículos vacíos y de cada vez más escasa calidad dirigidos únicamente a un rebaño de fieles que no quiere conocer ni pensar, tan solo justificar lo que quieren creer que se ha producido. Prensa fácil para una sociedad idiotizada.
Sin embargo, no todo es mediocridad, y ese periodismo lúcido, culto y veraz, si ha de aparecer, lo hace una vez llegamos al último cuarto de publicación, que generalmente reúne las páginas de cultura, algún suplemento interesante y algunos artículos y columnas sueltas firmadas por gente que se toma el arte de juntar letras en serio. En las grandes publicaciones la sección cultural se ha reducido a un puñado de grandes artículos meramente informativos y que no son capaces de apuntar nada que no supiéramos de antemano, y alguna columna locuaz que parece habérseles colado durante la maquetación y que debería estar impresa en las páginas de clasificados. Solo unos cuantos artículos pueden presumir de tener a la cultura como leitmotiv, y solo algunos periódicos logran que esas firmas pertenezcan al ámbito de un periodismo literario, que es el medio informal de expresión del genuino ambiente cultural de nuestros días.
Los que leemos Heraldo de Aragón aún podemos sentirnos afortunados dentro de la tragedia periodística. Como todo lo que concierne a Aragón, el auténtico periodismo sobrevive por sus propios medios, a base de rasmia y de imponerse por su calidad hasta crear escuela entre quienes buscamos algo más que morralla barata. Desde la columna de cierre de Irene Vallejo hasta la que se cuela, brillante, de Antón Castro entre las páginas de opinión, y desde los elocuentes artículos de Guillermo Fatás hasta los de Luis Alegre y Sergio del Molino en el suplemento Heraldo Domingo, pasando por Artes y Letras, Muévete Zgz 7D y los blogs de Ana Usieto, Chaco Morais y Mariano García. Pequeñas porciones de calidad que son el único acicate a que siga gastándome un dineral en periódicos de los que solo leo una porción ínfima pero que sigue justificando la existencia de prensa escrita.
No sé cuánto tiempo durará este breve idilio. Supongo que hasta que la prensa termine por unificar todo su contenido para dirigirlo a su público belenestebaniano y se olvide definitivamente de nosotros, los lectores que nos consideramos cultos. Mientras tanto, seguiré disfrutando como un gorrino en su lodazal con la lectura de todas esas magníficas personas que aún siguen manteniendo vivos los periódicos. Esas que siguen escribiendo de puta madre even in this longest days.