El pasado miércoles tuve el privilegio de ser invitado a reunirme con los lectores del Club Braille Aragón de la ONCE, en Zaragoza, quienes habían leído mi libro Tierra de nadie (Anorak Ediciones, 2018). Lo primero que me sorprendió fue el caluroso recibimiento: habían escrito con bolitas mi nombre en braille para la atención de todos los participantes. La sala de la fonoteca se llenó al completo con un público que había leído y releído con emocionante entusiasmo el libro, hasta desgranar la esencia de cada poema, cada estrofa, cada palabra de hasta el último verso. Vito, la bibliotecaria del centro, presentó el acto con brillantez y maestría, y algunos de los lectores se sumaron a recitar algunos poemas seleccionados del libro mediante su lectura en la versión del libro en braille. Las preguntas, muchas de ellas de gran calado filosófico, rápidamente inundaron la sala. ¿Cuál es nuestra naturaleza humana? ¿Existe el azar? ¿El cosmos es casual o causal? ¿Vivimos en una sociedad mejor o resulta tan sólo un apariencia, un velo que tarde o temprano ha de desprenderse para descubrir la verdadera esencia del mundo que estamos viviendo y construyendo? Filosofamos en ágora, de la manera en que crece y palpita la genuina filosofía, analizamos los versos y el significado de los poemas y nos dejamos seducir, una vez más, por la belleza con la que nos obsequia la literatura. Entre las intervenciones del acto me sorprendieron con algunas anécdotas fascinantes acerca de mis primeros pasos en el campo de la ciencia y sobre cómo conocí a un poeta y amigo al quien tanto admiro como es Rosendo Tello. Luego, como colofón, presentamos Hablar Despacio, que hizo las delicias de los asistentes, quienes no quisieron quedarse sin su ejemplar.
Toda mi gratitud de todo corazón a los lectores del Club Braille Aragón de la ONCE por mantener vivo el amor por los libros con tanta dedicación y tan desbordante mimo, por vuestra maravillosa inquietud filosófica -exótica en nuestros tiempos acelerados- y por vuestra humanidad. Mi agradecimiento infinito también para Vito, bibliotecaria sensible y luminosa; a Montse, persona maravillosa y luchadora, y a Pascual, querido amigo y fiel lector, por su compañía y sus fotografías durante el acto. Gracias, siempre, por tanto. Ojalá haya renovadas ocasiones para reunirme de nuevo con vosotros.
El pasado viernes fue un día de colmado amor por la literatura. Los lectores del Centro Soriano de Zaragoza realizaron con mimo y pulcritud un encuentro literario acerca de mi obra poética, los libros Tierra de nadie y Hablar Despacio, a medio camino entre el taller y el homenaje literario, la conversación distendida y la ponencia. Los numerosos lectores que asistieron al acto recitaron cada uno de los poemas de ambos libros en un riguroso y planificado orden de intervención, iniciando con la caricia de su voz un apasionante intercambio de ideas, impresiones y sensaciones sobre el sentido de los poemas. Durante dos horas y media, la reflexión fue mudando su apariencia: de la poesía a la filosofía, de la filosofía al mundo clásico, del mundo clásico a la literatura y a nuestro presente, esbozo a esbozo de la palabra fuimos tejiendo un diálogo atemporal y vibrante que no sólo nos permitió explorar la poesía de ambos libros, sino trascender más allá de los propios límites de la literatura, persiguiendo la esencia de lo universal.
Gracias de todo corazón a Pepe, a Luis y a Fernando, así como a cada una de las lectoras y a los lectores del Centro Soriano de Zaragoza por organizar tan esplendoroso e inolvidable acto de pasión por la poesía. Soria es tierra madre de poetas, pero vosotros sois hogar para la cultura y el pensamiento libre. Estoy deseando regresar a vuestro cálido reducto de cultura.
El pasado viernes dio comienzo la Feria del Libro de Zaragoza y gracias a la generosidad de Librería Central inauguré la nómina de autores que durante estos días hemos dedicado ejemplares y que los dedicarán con ellos hasta el próximo domingo. Fue una tarde rebosante de alegría, de pasión por los libros, de libertad. Agradezco de nuevo de todo corazón a los amigos de Librería Central por contar de nuevo este año conmigo y con mi libro, y a los lectores que desafiasteis el calor feroz para haceros con uno de los últimos ejemplares de Tierra de nadie. Y, por supuesto, a los numerosos amigos y compañeros de letras que vinisteis a saludarme. Todos juntos demostramos que la Feria es algo más que palabras: unidos transformamos nuestras ilusiones de papel en diálogo y hermandad.
La tarde del pasado 23 de junio fue tan emotiva como especial. Más de sesenta artistas nos reunimos en el museo Pablo Gargallo de Zaragoza para rendir homenaje, desde el cariño y el recuerdo, al gran poeta, escultor, jurista, primer Justicia de Aragón y nubepensador Emilio Gastón. Gracias de corazón a Mari Carmen Gascon y a todos aquellos que han trabajado en organizar este acto tan hermoso. Las palabras de Emilio, forjadas en voz y verso, volaron raudas para habitar y alimentar el espíritu de quienes estuvimos allí. Y sus libros encontraron manos amigas que los mantendrán vivos.
Os dejo algunas instantáneas del acto. También comparto con vosotros la maravillosa visita virtual de la exposición Libros con versos, en la que numerosos libros del legado del gran Emilio Gastón fueron transformados en obras de arte. La visita virtual es obra de Antonio Mayo (más sobre el trabajo de Antonio Mayo, clicando aquí). Podéis realizarla clicando en el siguiente enlace:
Y este fin de semana, primer asalto literario-ferial. Hoy y mañana por la tarde, de 18.30 a 21 horas, estaré firmando ejemplares de Tierra de nadie en la caseta nº3, de Anorak Ediciones (a la altura de la Lonja). Allí estaré con mis estilográficas, cargadas con el mismo tono de tinta azul que aparece en la portada del libro, deseando conoceros, saludaros y, si os enamoráis de sus versos, dedicaros el ejemplar único que queráis llevaros a vuestra casa.
Venid, venid a la gran fiesta de los libros. Os estaré esperando.
La gran fiesta de los libros ha llegado. Del 1 al 10 de junio Zaragoza celebrará una nueva edición de su prestigiosa Feria del Libro, que este año mantendrá la ubicación que inauguró en su anterior edición, en la Plaza del Pilar.
Si os apetece pasear entre libros y disfrutar del ambiente, y decidís acercaros para conocer a Tierra de nadie y sumergiros entre sus páginas y poemas, estaré encantado de recibiros en las siguientes casetas y horarios:
Viernes, 1 de junio, de 18.30 a 21 horas. Anorak Ediciones (caseta nº 3).
Sábado, 2 de junio, de 18.30 a 21 horas. Anorak Ediciones (caseta nº 3).
Miércoles, 6 de junio, de 18.30 a 20.30 horas. Fnac (casetas nº 18 y 19).
Viernes, 8 de junio, de 18.30 a 20.30 horas. Librería Central (casetas nº 45, 46 y 47).
Jugábamos con las cartas marcadas: el Día del Libro siempre es motivo de alegría, reencuentros, lecturas compartidas, conversaciones gratificantes, risas entre amigos y compañeros de letras. Pero, incluso con la ventaja de ser un día especial, nadie podía asegurar el templado éxito.
Pero lo fue, gracias a vosotros, los lectores. Curiosos, atrevidos, embriagados del aroma de las palabras: todas estas cualidades vuestras impidieron que la intempestiva lluvia y el incierto día arruinasen la fiesta. Era imposible que sucediera. Estabais vosotros, con vuestro amor por los libros, y con vuestra ilusión devolvisteis la huída luz al día.
Mi agradecimiento a todos los que paseasteis ayer por el Paseo de la Independencia de Zaragoza en busca de un compañero de papel que acoger en vuestro hogar. Gracias de todo corazón a aquellos que os acercasteis a compartir un rato de vuestro tiempo conmigo y, en especial, a quienes confiasteis en Tierra de nadie. Fuisteis muchos. Para todos vosotros, mi gratitud infinita.
Os dejo algunas fotografías de momentos que vivimos ayer. Son sólo unas pocas, pero bastan para comprobar la alegría y la emoción que respirábamos en el ambiente.
El próximo lunes, 23 de abril, va a ser un día muy especial y lleno de ilusión. Libreros y editores vestirán el Paseo de la Independencia de pequeños tesoros de palabras. Los libros os estarán aguardando, bajo el sol y la sombra, en la inclemencia o en el primaveral día, anhelando que los acariciéis, los hojeéis y os enamoréis de ellos.
Si decidís acudir a celebrar el Día del Libro en Zaragoza, estaré en el Paseo de la Independencia por la mañana y por la tarde, deseando encontrarme con vosotros.
Os estaré esperando en los siguientes lugares:
HORARIO DE MAÑANA
De 12 a 14 horas. Librería Antígona (delante de C&A).
HORARIO DE TARDE
De 17 a 18 horas. Fnac Plaza de España (en tienda en C/ Coso, 25-27).
De 18 a 19 horas. Librería Central (esquina de Independencia con C/ Casa Jiménez).
De 19 a 21 horas. Anorak Ediciones (esquina de Independencia con C/ Casa Jiménez).
También podéis encontrar los horarios y puestos donde firmaré clicando en el cartel que comparto abajo.
¡Acudid, venid a celebrar con nosotros la gran fiesta de los libros!
Un poemario crece despacio. Sus versos nacen llenos del sentimiento de quien, primero, los alberga en su mente, y después, tras muchas dudas, los convierte en tinta sobre el papel, en palabra escrita. Esos versos nunca navegan seguros: sufrirán cambios en su esencia, tendrán que soportar los delirios perfeccionistas de sus creadores y, si sobreviven a todo el proceso de ilusión y crítica, formarán parte de un poema, o quizás de un libro.
Los versos que dan forma a Tierra de nadie han tenido el insólito privilegio de convertirse en libro. Una confianza y una generosidad que supo tener Sergio Navarro, el editor del estupendo sello Anorak Ediciones. El pasado jueves 15 de marzo fue la puesta de largo del libro en Zaragoza, en el fórum de Fnac Plaza de España. El primero en hablar fue Sergio, cargando sus palabras de ilusión y de cariño. Carmen Aliaga y Emilio Pedro Gómez me arroparon con la sensibilidad poética y humanística que les es característica. Emilio desgranó la estética del poemario y su fondo sentimental y poético; Carmen, con su voz y hondura prodigiosas, supo llegar a la médula del libro, al mensaje que alberga. Dieron en el clavo. Tanto, que consiguieron emocionarme hasta el punto de que la garganta se me hiciera un nudo.
Gracias de corazón a todos aquellos que acudisteis a acoger a este libro y a este escritor primerizo en sus iniciales pisadas literarias. Fuisteis muchos, llenasteis el salón de actos. ¿Qué mayor fortuna podría desear que ésta para celebrar el nacimiento de Tierra de nadie? Fue una fiesta de la amistad, de la literatura y de la emoción. Vosotros la habéis hecho posible. Gracias por todo, que es muchísimo.
Recuerdo de mi colegio una fuente verde junto a la pared del edificio de infantil. Estaba descolorida a trozos, descubriendo un gris oscuro metálico que contrastaba con la pintura verde que le caracterizaba. Aprovechábamos para beber agua en los recreos, aunque el mejor momento para hacerlo era cuando algún profe te enviaba a fotocopiar alguna cosa. Era mejor así, sin filas, ni gérmenes, y sin la impaciencia de tener que volver a clase. Una de esas veces aproveché para curiosear los detalles de la fuente. Estaba decorada con un motivo floral tallado en el metal, desde el arco superior hasta la base, donde el agua discurría por una pequeña reja hacia las tuberías de desagüe. Impresionaba pensar en sus orígenes, fabricada quizás por algún dragón de aspecto horripilante domesticado por enanos condenados en el infierno a forjar metales hasta la eternidad. Era bonito detenerse a imaginar historias que comprendíamos perfectamente que no eran ni podían ser ciertas muy a pesar de nuestra inventiva y ganas de que así fuera.
Entonces no lo sabía, o no quería saberlo, pero en cualquier caso no me había percatado de que aquella fuente había sido modelada en un particular abismo lleno de mugre, herramientas, sangre, sudor y, como todo buen averno debe poseer, calor, mucho calor. Averly ha visto nacer y renacer cien veces Zaragoza y, sin embargo, en nuestra tierra, la edad no es suficiente atributo para justificar su supervivencia arquitectónica en la ciudad. En todo caso, el único efecto que la edad puede producir es abandono, y como consecuencia del deterioro producido por el abandono, sensación de estorbo. Pero particularmente en España, sobre todo en nuestra bien querida patria española, todo lo que no puede ser utilizado como generador de amplios beneficios es objeto directo de estorbo. La Torre Nueva lo fue a finales del siglo XIX, acusada de sufrir una falla estructural inexistente que convertía su inclinación natural en un peligro. El Mercado Central sufrió la represión política en los años setenta tras la creación de la actual avenida de Cesaraugusto. Tras el desafortunado caso de los arcos sonoros del entorno de las murallas romanas, que han sido derribados, la vieja fundición Averly se encuentra ahora en una situación complicada, al borde del derribo y con el silencio cómplice de la administración. El patrimonio de Averly está al borde de la desaparición y nadie parece darse cuenta de ello. Sólo lo parece, porque en realidad cualquiera es consciente de ello.
Lo interesante del caso Averly es la pérdida de conciencia del desinterés político. Quienes defienden la integridad de la vieja fundición consideran que la administración, por el hecho de haber sido elegida como administración, tiene la obligación, quizás la intención, de participar en la defensa del escaso patrimonio que conservamos en Aragón. Pero no es así. Averly, con toda su riqueza cultural, es concebida como un estorbo para el progreso de la ciudad, fundamentado en la metodología básica española del ladrillo. Para la administración y para la mayoría de la población, más valen doscientos pisos a estrenar que restaurar una vieja planta y darle un uso nuevo que revitalice un distrito degradado hasta la tristeza por el lamentable devenir de la mayoría de sus edificios históricos. Curiosa paradoja del destino si consideramos que nuestro único gran símbolo de la fabricación industrial a gran escala, el progreso en términos decimonónicos, es ahora dilapidado en nombre del mismo.El punto trascendental del asunto aparece cuando todas las partes emplean el progreso como premisa fundamental de su discurso, sin considerar que en verdad el progreso no existe ni tiene sentido en la realidad. El progreso es una invención valorativa, no una dirección ni un camino a seguir. Apelar al progreso es no estar diciendo nada, porque progreso no implica ninguna cosa per se. Que ante un legado arquitectónico como Averly la única defensa (y ofensa) apelada con destreza dialéctica esté empobrecida con la mención al progreso tan sólo demuestra la incapacidad de la sociedad para comprender y actuar según la realidad de las cosas.
Averly significa mucho más que patrimonio. Es historia comprimida entre muros que debe ser conservada en cada una de sus facetas, lo que inexcusablemente implica tanto la conservación de las construcciones y haberes que constituyen la fundición como su mantenimiento a lo largo del tiempo. La única manera de sortear la segunda vía es trazar un plan bien elaborado y meditado sobre su uso, no en un sentido lucrativo, sino en uno cultural, apacible para las actividades y proyectos que, hoy por hoy, no tienen lugar ni acogida en la ciudad. Hablo de convertir Averly en un espacio de libertad cultural o en una sede fundacional general de la cultura aragonesa, donde existiera libre disposición de trabajo para todo tipo de proyectos, idea que no es tan descabellada y que en la notable extensión de terreno y edificios que alberga la factoría podría realizarse con amplitud de espacios. Claro que, para ello, hace falta concebir la cultura como lo que es, cultura. Un espacio libre, no limitado a uno u a otro sector, un lugar donde todo autor, de la rama a la que pertenezca, pueda trabajar y colaborar con libertad en sus proyectos sin control político de por medio.
Sea cual sea la solución digna que pueda llegar a diseñarse para la conservación de Averly obliga a una comprensión de las circunstancias y a una voluntad de colaboración que consoliden los proyectos y puedan construirse encontrando su lugar en la ciudad. Si Averly debe sobrevivir a los tiempos modernos debe hacerlo incluyendo su tesoro patrimonial en una nueva misión que le otorgue sentido. Y para lograrlo es necesario independizar el discurso dejando a un lado la protesta y centrándolo en el diseño de su futuro.
Sería bonito verla convertida en algo más que ladrillo y hormigón armado. Sólo necesitamos claridad y pensamiento propio para construir este sueño. E imaginación, si queremos, no nos falta.